Cuando la prenda mas dificil era ir hasta la esquina y gritar ¡ VIVA PERÓN !
Cuando las calles de tierra se anegaban y los carros de Petete, el Lechero y tantos otros dejaban sus huellas en el barro, como queriendo perpetuarse en el tiempo. Cuando las casas eran menos y los baldíos más. Cuando los fondos apenas se separaban con alambrados y las quintas prosperaban.
Cuando los patios y galerías se adornaban con plantas y flores que crecían en macetas fabricadas, artesanalmente, con cualquier recipiente de lata.
Cuando la laguna de Manuel era mudo testigo de nuestra " prolífera " pesca de mojarras y de cada uno de los frustados intentos de cazar, gomera en mano, alguna de las hábiles golondrinas que nos visitaban cada temporada.
Cuando el Campito, mientras contemplaba los coloridos barriletes que surcaban su cielo, cobijaba los " estelares " equipos de futbol que a diario formábamos para ganar, sí o sí, el próximo picado.
Cuando éramos dueños de las veredas y saltéabamos las siestas escapándonos para jugar a las bolitas, al trompo a las figuritas, a la payana, a las carreras de autos, al bote.
Cuando los vecinos tomaban fresco sentados en la vereda y mantenían cordiales tertulias hasta altas horas de la noche.
Cuando en el almacén se compraba al fiado, con libreta, con el único aval de la palabra y la verguenza.
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